jueves, 3 de noviembre de 2011

Alas de muerte - Capitulo 1

Eran las cinco de la mañana, estaba caído del sueño, me pesaba todo el cuerpo, y para colmo, me exigía que siguiera durmiendo. No era como si me hubiera pasado de copas la noche anterior, no; el problema no eran las copas, el problema era la maldita bulla que había hecho mi pequeño e inútil hermano mientras se follaba a su lo que fuera que fuese con él. Lo asesinaría, ¡oh si!, y lo disfrutaría, muchísimo. Le echaría sal en las cortadas y luego lo quemaría lentamente con una lupa; claro, si primero mi mama no me mataba por no levantarme e irme a la Universidad.

-Santiago, si no te levantas en uno, dos...- mi mama había empezado a contar. Mala señal. Si llegaba hasta quince y yo no estaba en el comedor me quedaría sin desayunar. Malditas estrategias maternas. Me levante con el cuerpo pesado, no había dormido bien, por ende, no tendria buen aspecto; no es que fuera pinta y todo el cuento, pero sabia como no parecer mas feo de lo que era. Camine como zombie hasta la ducha; al prender la luz me quede ciego. Demasiado fuerte para estas primeras horas de la mañana. Cerré los ojos con fuerza y los volví abrir como platos. Me estaba auto torturando. Cuando mis ojos se acostumbraron un poco a la luz  me mire en el espejo. Mierda, tenia razón. Tenia el aspecto de alguien que ha bebido mucho y que, a su vez, no ha dormido bien por culpa de oír a su hermano follar.

-Mierda vida la que me toco a mi- me lave las manos y la cara, me peine como pude pero el resultado fue peor; si antes me veía como un alcohólico irritado, ahora me veía como un ex convicto violador. Opte mejor por volverme a despeinar. Salí del baño y escuche a mi madre contando catorce. -¡No!-. Baje a toda prisa, en voladora, con altos riesgos de caerme por las escaleras. Cuando me detuve, vi a mi madre regañando a mi hermano.



-¡Ya te dije que yo hice nada!


-Ni se te ocurra levantarme la voz. Solo porque seas mi único hijo no te da derecho a tratarme como se te de la gana. ¿Me estas comprendiendo?


-Dices ser buena madre pero te equivocas, eres una escoria. Me das asco.


-¿Que dijiste? ¡Ven aquí y vuélveme a decirlo! ¡Cobarde!


Felipe se dio la vuelta, al parecer no discutiría mas con ella. Cuando se giro me vio. Vi en su rostro asco, ira, melancolía, deseos de llorar, de mandar todo a la mierda; pero también pude ver culpa. Apenas me miro a los ojos; paso por mi lado y se fue escaleras arriba. La discusión había sido fuerte. Camine despacio hacia la cocina, temía que si hacia mucho ruido se desquitara con migo.


-¿Ahora tu que quieres? ¿Me dirás también que soy mala madre?- tenia ira, pero le había dolido lo que su hijo le dijo.


-Eso no es de mi incumbencia. Eres buena madre desde que cumplas con tus deberes básicos. O al menos, eso es lo que creo- y era cierto. No lo había dicho para subirle el animo, solo quería darle una respuesta verdadera.


-Eres un hipócrita- soltó con pesar. Me quede ahí, en el umbral de la cocina, pasmado. ¿Hipócrita? ¿Que me ganaba yo con eso? Nada. -Posiblemente este con la menopausia- me dije en voz baja.


Me prepare el desayuno con lo poco que quedaba en la alacena. Repase mentalmente el horario de hoy mientras me servia una rebanada de pan con queso crema. Tenia Filosofía a las 8.15 a.m, seguida de Taller de Dibujo. Si, definitivamente iría a clase. Hoy las primeras horas no eran tan pesadas, y necesitaba alejarme de toda esta tensión. Cuando termine de comer me prepare una aromática, bueno, así le decía yo a lo que me quitaba la resaca, y me fui derecho para el baño.


***

-Te llame. ¿Para que coños tienes celular si nunca contestas?-. Estábamos en la Estación esperando el Tren. Cristian iba con un libro de leyes gigante sobre los brazos, me corrí un poco, temí que si le sacaba de quicio me pegara con ese mastodonte.

-Esta en silencio.

-Como siempre.

-Lo siento-. Cristian levanto la cabeza con calma. Me miro con ojos entrecerrados y dijo: -Te pasa algo.

-No.

-No era una afirmación, idiota. ¿Quieres contarme?

-No eres un psicólogo para venir a afirmar falsedades.

-Eso lo hacen los delincuentes, no los futuros Abogados. Ademas, soy tu amigo, y tu eres demasiado transparente- había enfatizado bastante la palabra 'demasiado'. El decía que si alguna vez me metían a la cárcel no me ayudaría a salir; y todo debido a mi transparente personalidad.

-No me pasa nada. ¿Por que insistes tanto? ¡Intenso!- ahora si me iba a pegar. Vi como se acomodaba el libro para sostenerlo con una sola mano, mientras con la otra... -¡¿Seras imb...?!-.

martes, 1 de noviembre de 2011

Alas de muerte - Prólogo

No podía seguir soportando la estúpida idea de dejarla ir. Corrí entre la muchedumbre para alcanzarla, pero la gente no colaboraba, en vez de apartarse se apretujaban a mi lado como si pensaran: ''Es imposible, amigo''
Empuje a unas cuantas señoras. Perdón, pensé. Ya casi llegaba a las escaleras eléctricas, si no lograba alcanzarla antes de que se subiera en ellas tendria que esperar hasta quien sabe cuando para volverla a ver. Volví a empujar a la gente. -Perdón, disculpe, con permiso-. Oía los insultos a mis espaldas pero no les hacia caso, simplemente los ignoraba, ella era lo único que importaba, lo único que importaba en ese momento. Escaleras, mas gente, remolinos de cabezas. Mierda, mierda, mierda. No conseguía localizarla, ahora si, en serio, me estaba enloqueciendo, la necesitaba, tenia que aprovechar la oportunidad, si la desperdiciaba posiblemente otro imbécil la aprovecharía. No lo permitiría... no con ella.